ENCUESTA 2

(Encuesta pasada a varios críticos e investigadores. Presentaron su respuesta Juan Calzadilla y Axel Stein)

1. Las llamadas Artes No-Convencionales (conceptual, del cuerpo, performances, ambientaciones, etc.) se plantean como una de sus líneas básicas la participación (físico-mental, integral) del espectador. En muchos casos, sin embargo, estas manifestaciones siguen viéndose como excentricidades, intelectualismos, hechos que nada dicen a la gente. ¿CREE USTED QUE EL ARTISTA “NO-CONVENCIONAL” EN NUESTRO PAÍS SE PLANTEA COMO PREOCUPACIÓN SIGNIFICATIVA LA COMUNICACIÓN?

Axel Stein: No se sabrá sin duda jamás qué ideólogo de las artes plásticas inventara concepto tan frágil como el de arte no conven­cional y que además lo ligara con aquellos diálogos artísticos mantenidos con nuevos lenguajes que causan desamparo entre los administradores culturales y la prensa superficial.

Todo arte es participativo en la medida en que la obra (sea esta situacional, objetual o corporal, o todas juntas) entre en relación con el individuo (sea éste el artista o el espectador o los dos juntos) es decir que a la pregunta acerca de la funcionalidad orgánica, el arte ha respondido siempre activamente al medio (en el sentido más amplio) y el caso del arte venezolano no escapa a esta regla. Precisemos: su primer paréntesis tiende a aclarar la no-conven­ción. Sin embargo la palabra convención se define según la Real Academia como: ajuste y concierto entre dos o más personas o entidades. Es decir que en la medida que se haga manifiesta la correspondencia entre el artista y el espectador, existe el concier­to, el pacto, el trato, el acuerdo tácito o reconocido y expreso. (Está claro que sin artista no hay obra de arte pero hay obra de arte sin espectadores). Si “en muchos casos... estas manifestaciones son ...hechos que nada dicen a la gente” es posiblemente porque, por una parte, la transacción que el artista desea establecer no tiene la suficiente fundamentación (deductiva-conceptual o poética), o que su mensaje necesita para definirse como corporeidad de más posibilidades expositorias (más espacio-tiempo) a su disposición, o por otra parte, a que el espectador no disfruta y concientiza porque tal vez no se le ofrezca la posibilidad de hacerse familiar y hasta elastificarse ante los alfabetos, sistemas y composiciones propios a los cipos de arte que usted menciona.

Juan Calzadilla: Ante todo, creo que habría que situar el contexto propio de lo que se entiende por arte no convencional. El término podría sustituirse por el de arte desmaterializado, arte no objetivo o arte de procesos, comprendiendo aquí (además del video) lo que, para evitar implicaciones foráneas de signo neocolonial, ha venido llamándose entre nosotros lenguajes de acción. Ni qué decir que éstos constituyen al parecer la parte novedosa, la fórmula de moda, a la que cabe hoy el distintivo de vanguardia. En tal sentido, surge lo inevitable: remontar su filiación a una tradi­ción de lo nuevo que, en este caso concreto, nos remite al teatro dada, a la actitud de Duchamp, a los acontecimientos de la década del 60, el arte conceptual y finalmente a los happenings. Lo importante es que el lenguaje no objetual, el llamado arte corpó­reo o arte de acciones vivas, aunque se sitúan en una perspectiva dependiente de los grandes centros de información (dependien­tes en gran medida de las modas producidas por la evolución del concepto artístico en los países de cultura dominante, y con esto está dicho todo) constituye un movimiento de ruptura cuya expe­riencia en nuestros países, dentro de su reducida audiencia, no es nada despreciable si tomamos en cuenta que el significado princi­pal de estas manifestaciones no consiste tanto en atacar la imagen cosificada de las artes tradicionales (en la misma forma en que Duchamp y el surrealismo atacaron al impresionismo como en enfrentarse a la fetichización de la sociedad de consumo). Es este aspecto de respuesta lo que hay que estimular puesto que podría interpretarse como una concepción revolucionaria por la cual se aspira a fundar (aspiración muy antigua) un arte más humano. Experiencia decisiva aun si no estamos de acuerdo con Francois Pluchart cuando dice que el happening y la performance son la única revolución que se ha operado en el arte del siglo XX.

Pero pienso que no pueden utilizarse los mismos parámetros empleados para analizar el arte tradicional que los que se emplean para el arce no convencional, o como se quiera llamar. En este último no hay mensaje fuera de la comunicación entendida como representación de una acción que es la experiencia misma. La obra carece de marcos y consiste en la contingencia de su tránsito; su grado de comprensión, es decir, su posibilidad de lectura (su decodificación) es inherente a la intercomunicación producida entre artista-actor y público-participador. Ya conocemos nuestra relación con el otro arte, el de las imágenes y las cosas, para no comprender inmediatamente su diferencia.

2. ¿SUGERENCIAS O PROPUESTAS EN RELACIÓN A LA PREGUN­TA ANTERIOR?

Axel Stein: a. Es impostergable la creación de una escuela de artes plásticas de suficiente seriedad y calibre para hacer despertar libremente las facetas innumerables del hecho artístico.

b. Las instituciones culturales deben responder acelerada y ampliamente a las proposiciones de los artistas pues en la medida que se pueda presentar el arte actual, ellas estarán cumpliendo su función de facilitadores entre el artista y sus contemporáneos,

c. Se deberían intensificar los intercambios entre la Venezuela artística de hoy y los movimientos mundiales más contemporá­neos. Sólo en esta medida nuestros artistas y público enriquecerán sus canales de apreciación y se harán partícipes, con el tiempo, del lenguaje planetario (sin dejar de lado sus particularismos regiona­les), lenguaje siempre en formación y que lejos de alienarnos, como muchos creen, más bien nos abren a realidades globales. Son inestimables los esfuerzos hechos en este sentido en el campo del teatro, música y artes plásticas clásicas. Los recientes derivados del sector artes plásticas (digo artes plásticas pues es allí donde se engavetan los proyectos) no han gozado de la misma promoción.

Juan Calzadilla: Creo que no estamos exentos del formalismo en la medida en que los patrones de acción se tomen al pie de la letra, como puede estar ocurriendo. El rechazo de todo mensaje (o compromiso) da pie a una nueva ortodoxia respecto a los patro­nes internacionales, parece ser antinómico de la condición (vio­lencia, surrealidad, caos) latinoamericana y esto reduce, es bien evidente, el alcance transformador de los lenguajes de acción, puesto que para justificarse como vanguardia estética éstos ten­drán que seguir dependiendo del hilo umbilical que los ata a una preceptiva internacionalista, en contradicción con un arte abierto que parece proponerse derribar toda intermediación entre crea­ción y público.

3. A VECES SE ATRIBUYE A PRESENCIA DE PROBLEMÁTICAS POCO CERCANAS, POCO INSCRITAS EN NUESTRO CONTEXTO CULTURAL GENERAL, LA DIFICULTAD DE COMUNICACION. ¿CUAL ES SU CRITERIO AL RESPECTO?

A. Stein: Nuestra cultura no se puede definir “en sí misma” únicamente, atribuyéndole además, carácter inmutable. Cultura es un proceso de interacciones humanas. Entonces, o se ayuda al estancamiento de las relaciones y creamos una sociedad muerta, de fuerza centrípeta (consumiéndose a sí misma), o se quiere dinamizar las relaciones culturales para lograr una sociedad abier­ta, es decir abierta a sí misma (por reconocer lo que en su seno se crea) y abierta al mundo, de donde tomará lo que le parezca más conveniente.

En lo que se refiere a “problemáticas poco cercanas”, éstas son cercanas sólo en la medida en que el individuo no esté “lejos” de ellas. La relatividad de los valores y del conocimiento adquirido abiertamente con las posibilidades que esto genera producen infaltablemente el enriquecimiento del ser humano, axioma indis­cutible de toda política cultural. ¿Quién pone la distancia?

J. Calzadilla: Yo diría que no se trata tan sólo de ausencia de una problemática reconocible como nuestra, sino de la adopción de formas que se consideran en sí autosuficientes y que al formu­larse como tales se convierten en el contenido mismo; para noso­tros debería ser importante recrear las formas de los lenguajes de acción librándolas del molde estético aceptado para adoptarlas a las formas que les pueda imprimir el contenido de nuestra proble­mática (latinoamericana). En este sentido, Carlos Zerpa realiza, a mi parecer, una importante contribución.

4. ¿QUE SIMILITUDES O DIFERENCIAS (REALES Y NO TEORICAS) CREE QUE EXISTEN EN NUESTRO MEDIO ENTRE EL CREADOR “CONVENCIONAL” Y EL “NO-CONVENCIONAL” Y DE QUE MODO CREE USTED QUE ESAS DIFERENCIAS INFLUYEN EN EL PUBLICO?

A. Stein: Todos los creadores son convencionales pues estable­cen lo definido en el punto uno como convención. Si la política cultural de las instituciones no se pone al día y no corre el riesgo de presentar artes poco practicadas, el “gran público” se verá limitado a los valores seguros y pasados, dos adjetivos que se deben conjugar invariablemente con sus antónimos: incertidumbre y presente. Una cosa es la reflexión sobre el pasado, y otra es vivir el presente. Las dos actitudes tienen su valor. Por lo tanto no se puede truncar la pública libertad de escoger, integrar o recha­zar.

J. Calzadilla: Supongo que no existe todavía suficiente expe­riencia al nivel de los nuevos lenguajes para intentar una compara­ción sobre la que la sociología del arte podría proporcionar muchas claves. Y de hecho el arte corporal ha pasado del dominio de la estética al dominio de la sociología del arte.