POEMA DE ACCIÓN: PRO-TESTAS: El molino de sueños

Diego Barboza, Poesía de Acción “Pro-Testas”.

Diego Barboza fue uno de los primeros que en Venezuela hizo empleo del lenguaje corporal. Dibujante y creador de objetos, recibió influencia del neodadaísmo y del happening, a tiempo que renunciaba a la pintura para establecerse en Londres e iniciar aquí sus investigaciones, durante la década del 70. Sus primeros eventos correspondían a lo que por entonces se entendía como arte de participación en el cual se le asignaba al público rol activo en la creación de situaciones súbitas, casuales, lo que podríamos llamar, para emplear el argot político de los años 50, “acciones de masa”. Barboza definiría su trabajo como “poema de acción”. Se inspiraba en las emociones de comunicación colectiva de signo festivo; él mismo ha dicho que su obra se originaba en el recuerdo de las fiestas populares, verbenas, retratos y piñatas. En esta clase de festividad abundan los recursos objetuales que actúan como centros mágicos alrededor de los cuales se crea la dinámica participativa del grupo; carreras de sacos, palo encebado, fuegos artificiales y piñatas requieren siempre, como eje motor de la actividad, de un elemento objetivo de valor simbólico. Barboza tomó el humor de estas situaciones festivas para inyectarlo en sus poemas de acción que con el nombre de “Cachicamo” realizó en 1971 y 1974, primero en Londres y luego en Caracas. Construyó un envoltorio de tela transparente a manera de túnel manipulado por la gente que lo poblaba, produciendo con ello contrastes que iban de la modificación de la situación colectiva inicial a la creación de composiciones cromáticas que contrastaban con el frío y formal ambiente de parques y paradas de Londres, donde la gente era sorprendida y obligada a dar respuestas positivas o negativas. Estas acciones, llenas de referencias autobiográficas del trópico fueron ampliadas por Barboza al establecerse en Caracas a fines de 1974.

“Pro-Testas”, título que constituye una fina ironía, se inspira en su trabajo anterior de participación colectiva pero es un evento-performance, tal como éste se ha entendido entre nosotros; quizás sin el éxito de sus poemas de acción en los que las exigencias de actuación no son tan rigurosas como en la performance unipersonal.

El poeta que acciona sobre su cabeza una máquina de moler maíz quiere dar a entender que la tarea del arte comienza con la demolición de los mitos. De allí, a un paso, la respuesta estimulada del público adquiere la consistencia de los nuevos constructores de sueños, simbolizados por el acto que nos envuelve en la tarea ingenua pero bella de crear y sembrar el piso de oleadas de flores de papel. Barboza comprueba el desgano de una época en crisis y ensaya reanimarlo trasladando al público las actitudes creativas, por las cuales los roles se intercambian. ¿Y no será acaso ésta la propuesta fundamental de los nuevos performistas, los que han continuado hoy el trabajo de Brandt, Peña, Reverón, Barboza, el Techo de la Ballena?