HOSPITALIZACIÓN POR CÁLCULO RENAL

Evento informacional de la serie "Salones de Belleza"
llevados a la práctica por su artista favorito
Marco Antonio Ettedgui

Introducción

La publicación de este modesto texto para el evento informacional “Salón de Belleza” tiene como propósito introducir al espectador al conocimiento esencial de mi tesis actual sobre acción, arte e información para la comunidad como asignatura.

“Salón de Belleza” ha sido elaborado -está siéndolo aún- partiendo de la experiencia en eventos anteriores y en el marco noticioso de los primeros seis meses del año en el país, y en algún conocimiento bibliográfico en el que incluyo como fuerza poderosa la lectura de una carta del performista checo Petr Stembera y conversaciones sobre arte con mis amigos Claudio Perna y Diego Barboza.

En mis tres últimas realizaciones he concluido que mi propósito en el arte es producir el acto para la sociedad sin desligarme de ella sino, todo lo contrario, aliándome en lo posible a sus modos. Hampa, lucha contra el tiempo, secuestros y violaciones, estafas, políticas culturales deficientes, apertura a las nuevas lógicas artísticas, el altísimo costo de la supervivencia no ofrecen ninguna energía al público para salir de su hogar a determinadas horas para presenciar arte.

Me he propuesto pertenecer al grupo de artistas que actuando de determinada manera contraen entre sí unas relaciones socio-artísticas determinadas por la observación empírica y la escultura del relieve de concreto de lo real estético ante la política y la producción.

La organización social venezolana ha expulsado de sus aceptaciones y respetos al artista nacional y, por consiguiente, su imaginación propia. Lo mismo ha sucedido con los comunicadores sociales, vemos los casos de censura por televisión y cine. Como individuo decido actuar, producir y desarrollar -y admito mi toma de conciencia gracias a mis últimos estudios sobre Stembera, Brüs y Grotowsky- actividades conceptuales cuyos límites, premisas y condiciones naturales estén directamente proporcionadas con las representaciones de la vida de la Patria. Ello me cura de cargos de conciencia como qué arte se debe engendrar en un país cuyos mandatarios recitan coplas. La emanación de ideas y pensamientos (informaciones/acciones) aparecen al principio enlazadas con la actividad, el comercio de los materiales entre los que está el autor.

Entiendo perfectamente la ansiedad (o nueva esperanza) de Claudio Perna por asociar sus valores concebidos con el período histórico, comprendo el insomnio de Vivas Arias buscando arte por los callejones de las urbes, interpreto las recientes entrevistas de Margarita D'Amico a científicos y su serie de artículos asesinantes contra algunos de nosotros, acepto que Diego Barboza me comente en un Pent House de Parque Central que su arte son mariqueras, adoro los intentos de reformación jurídica de mi amigo Wenemoser, y admito los intentos destrozantes de Peña. En Venezuela confronto razón y emoción con tantos otros sensibles quienes buscan por exponer lo más ontológicamente posible sus obras de arte; ellos quieren olvidar eso de que el lenguaje es tan caduco como la conciencia y quieren nacer, como la conciencia, de los ahogos y los apremios primarios de los demás hombres, así como de sus estados de felicidad plena apartando por la oreja las nebulosas de la pobreza espiritual.

Es posible que en el futuro mi arte llegue a considerar profundamente los cuestionamientos estéticos y meta - ?, pero por lo pronto mis acciones en garajes, casas particulares, mis celebraciones de fechas de carga social en instituciones culturales y mis comunicaciones a través de “El Universal” son concebidas como dedicaciones por y para mi medio, un acto más de los muchos que nuestra vida real nos impone, y espero que sea uno de los más influyentes.

En la mañana trabajo en una redacción de páginas culturales donde los periodistas nos angustiamos por la debilidad de noticias y los entrevistados se quejan que nadie les da dinero. Debo confesar que muchas veces nos reímos a carcajadas de lo que piensan los importantes. Al mediodía salgo de allí y experimento la particular sensación de media hora de tráfico que multiplicado por treinta da quince horas de mi vida mensual dedicadas a este evento; por suerte he comprendido que en el tráfico puedo crear mi arte, de hecho la mayoría de mis obras las planeo sudando allí.

Por la tarde estudio mi tesis de grado sobre la nueva crítica. Por la noche asisto a una universidad privada donde vemos una panorámica incomparable de ranchos. ¿Cómo puedo concentrarme en realizar un acto formal ante esto? No puedo, y aunque lo decida hacer no tiene ninguna función para mí ni para el público, ni para Venezuela.

En “Feliz Cumpleaños, Marco Antonio” (14-12-80) la mayoría de los concurrentes eran familias que asistían al parque Los Caobos ese domingo. Recuerdo a una mujer que en la segunda parte de mi trabajo me entrañaba como si realmente quien estuviera delante de sus ojos era el mito Pedro Vargas. En ella logré la resurrección de un enterrado sistema romántico que se hallaba allí condicionado a una fuerza de intercambio productivo y de inconciencia de la vida irreal.

En mi último evento privado en casa de Julio Vengoechea (14-12-80 a 3-81), decido comunicar a través de la proyección de mi imagen un mensaje no tan abstraído de reconciencia de la sonrisa como semiología gestual del ciudadano.

Y en mi conclusión de “Arteología” (8-80) de tres horas de duración en el garaje de las Lámparas Araya, dos espectadores quienes me disfrutaban bajo el efecto de drogas poderosas vivieron una fascinación ante el doblaje de la cantante de zarzuela bajo la lluvia, segundos de estremecimiento emocional.

Ahora con “Salón de Belleza” es el monstruo de la ciudad y de la desidia ante la “otra manera”. Creo que llegué a comprender con las experiencias previas nombradas en el principio de esta información que mi arte no está más decidido por las premisas del “yo”, sino del “tú”. El “yo” queda para el arte hasta los setenta, creo que muchos artistas nos damos cuenta que el “yo” no concluyó en nada, y que es ahora con el “tú” lo que debemos investigar. No importa si es pintura o escultura o video, no importa si caigo en el teatro o la música o la pedagogía, para mí la cuestión está en eliminar dificultades.

Esto para mí es como un terremoto, y esta toma de objetivos y subjetivos del arte es una refrescura después de la aridez, como me decía el amigo Barboza: una conciencia particular de la situación exterior.

Marco Antonio Ettedgui,
núcleo afectivo y lúcido de “Acciones frente a la Plaza”.


Proceso

+ el trabajo se compone de una situación distinta cada día y el espectador comparte conmigo todo el drama de la hospitalización por el cuento, a nuestro país le encanta el cuento, la magia del contacto auditivo, la rememoración o la nueva estructuración de una imagen mental, en este punto me encuentro actualmente trabajando con la serie “Salones de Belleza”: a través de un cuento o narración, o eso, el contacto auditivo, el ciudadano pule la obra en la privacidad, una pieza para cada humano, sin imposiciones, sin artistas dictadores, sólo creadores que estimulan al individuo y un individuo que imagina la pieza mentalmente. Así, continúo con mis trabajos de arte basados en la información para lograr la comunicación en la ciudad.+

PRIMER DÍA: Viernes

Me presento con mi ropa de ciudadano en un módulo que semeja la estructura de una casa, con un micrófono describo mi experiencia desde el día anterior a la hospitalización hasta que ingreso en el recinto. La gente atendió sentada donde pudo: en el escritorio de los policías, en los materos, en la base de las columnas dóricas de la sala, en el suelo. Me traslado hacia otra área del espacio, cambié mi ropa por la de enfermo, la misma que usé aquella vez y me introduzco de nuevo en un módulo que semeja esta vez al hospital, allí estaban todos los instrumentos quirúrgicos que operaron sobre mi cuerpo, conté lo que pasó en el hospital. Mostré lo que leí. Enseñé con lo que me bañé, con lo que me afeité, las cremas limpiadoras de la cara, el papel sanitario, los algodones como documentos objetuales humanizados (esto es un recurso de la poesía clásica adaptado a las acciones corporales), luego, para alegrar al público por todo el tráfico que sufrió hasta la llegada a la sala, canté una pieza de Xiomara Alfaro llamada “Bahía”. Efectivamente, todos nos relajamos.

SEGUNDO DÍA: Sábado

En el módulo que semeja la casa, vestido de Sargento para estar más de acuerdo con la atmósfera de la Sala de la Gobernación, hago un resumen de lo sucedido el día anterior y, por consiguiente, de todo el procedimiento antes de la hospitalización, durante la hospitalización y como oriné la piedra renal, motivo de dicho evento.

Me trasladé a una sección en el medio de la sala donde estaba una cama vestida con las mismas sábanas que me cobijaron y adornada con las mismas flores que Roberto trajo, el mismo libro y la misma fotografía retocada de José, las frutas de mi mamá, y los periódicos que Hernán compró.

El evento trató ese día de real izar sobre la cama una variación de la operación que nunca se dio, pero que ayer todos los asistentes pudieron mentalizar ante la narración.

El público se abocó hacia mi cuerpo tendido y con los materiales que estaban a mi alrededor “operaron” activamente seguidos por las ideas de Claudio Perna, Pedro Terán y otros amigos artistas. No fue happening ni una recreación Dadá, eso no fue el sentido, por lo tanto tampoco fue el uso. Fue una muestra colectiva de fantasía en la que yo era la base y el objetivo una imagen privada.

Luego, con el mismo fin de la canción el día anterior, decidí rifar cinco libros, regalar la primera franela que me compré después de la hospitalización y hacer entrega a Perna, Terán y Calzadilla de piezas de arte expuestas en el Primer Coloquio de Arte No Objetual en Medellín. El evento fue armonioso, a excepción de la reacción de un grupo de jóvenes intelectuales venezolanos quienes se indignaron ante la idea de que mi trabajo tenía semejanza con la estructura guionística de emisiones televisivas como “Sábado Sensacional”, o “Feria de la Alegría”.

Nota: un film sobre cirugía fue proyectado a un lado de la sala para que quienes se fastidiaran en la intervención del público sobre mi cuerpo, se divirtieran con la película. Agradezco a Julie Restifo por su colaboración robándosela del Canal 5.


Marco Antonio Ettedgui


TERCER DÍA: Domingo

Justo al mediodía introducido en el módulo-casa narré un resumen de lo sucedido los días anteriores. Una cámara de cine manejada por el amigo Germán Carreño filmó absolutamente todo a manera de documental, de registro noticioso.

Con un pequeño carboncillo dibujé sobre la pared de la sala en muñequitos todo el proceso y lo completé con lo que pasaría este día.

El trabajo coincidió con el Día del Padre, fecha de alto respeto en el país y de interés para mis trabajos, así que dediqué ese día todas mis acciones a los padres asistentes.

Después de dibujar en la pared (todo acompañado de verbalizaciones) cito a un padre de la sala al medio de un espacio en la sala compuesto por cuatro paneles blancos y que semejaba una pista de baile. El padre subió, le pregunté su nombre, si tenía hijos mayores, casados o no, en fin las preguntas que todo padre espera que le hagan, hice entrega de un regalo: El Universal de ese mismo día, una Pepsi Ligera y cinco chicles bomba para su muchacho, a la gente le gustó.

Fui al teléfono que estaba en el escritorio de los policías y llamé a cinco familias de la ciudad para felicitar a sus padres, así fue, el público me dio números de teléfonos, los llamé y me contestaron, y todos se alegraron del evento, que un desconocido y artista les felicitara en aquella fecha, uno de los padres llamados fue el mío.

A Terán, que estuvo todo el evento, le fue regalada una matica por su condición de padre en el futuro. Exhortando al público a una fiesta general porque no me operaron nunca y logré gracias al doctor Kharan orinar el cálculo, puse el merengue “Los marineros” en una versión original de 1953 y la doblé, algunos del público bailaron otros hablaron, otros se rieron, otros no.

Al final, todos llevaron su silla a una sala vecina para que fueran guardadas. Mi intención de alegrar la ciudad por una situación diaria como es una hospitalización por cálculo renal se dio en su plenitud. Y hasta Carlos Zerpa y Diego Barboza me dijeron que se veían influenciados por “Hospitalización por cálculo renal” para sus próximos trabajos, algo queda.

Colaboradores: en la generalidad Hernán Suárez, Germán Carreño y en la documentación Gabriel Morera y Claudio Perna por la idea final de las sillas.