¿Y POR QUE NO?: El Juego final

Antonieta Sosa

Antonieta Sosa acusa en su obra dos puntos de partida y de confluencia: la danza y la escultura mínimal, de las que ha sido partícipe. Intervino en el programa Acciones frente a la Plaza con su evento “¿Y por qué no?”, especie de ensayo de desacralización de la música y la danza instalando en su lugar, sobre la circunspección, el juego del riesgo a que da pie al título de la acción. Digamos que “no hay razón por la cual no” (se puede cambiarlo todo). Aquí estamos ante una partitura gestual simple, que imita o cumple ciertos pasos de ballet de los que se hacen cómplices el ruido y la música para proporcionar un texto cuya lectura descansa no en el principio de armonía sino en el de discordancia. Es la ruptura total. Como preámbulo del acontecimiento vimos un filme de Carlos Castillo donde apreciamos una larga panorámica de cercas de protección coronadas por vidrios de botellas y enseguida una sesión de rompimiento de frascos; Antonieta Sosa tuvo la colaboración de Ricardo Teruel quien dirige la orquesta de copas que proporcionó el fondo musical sobre el que, procediendo con toda formalidad, ella ejecuta su danza mientras sostiene en diversas posiciones copas y objetos de vidrio que van cayendo al suelo con cada movimiento o tropiezo. “Al final, todos caminaremos entre los fragmentos de vidrio por un sendero que nos conducirá hasta la salida”. Pero para Antonieta Sosa no hay salidas, al menos salidas optimistas. En su juego importa poco que la danza sea expresiva en sí misma, puesto que sólo puede serlo por las consecuencias del equilibrio que rompe, ya que el espectáculo como vida consiste, visto en su totalidad, en la metáfora de la libertad que se toma para justificar que, en el dominio de lo cotidiano, no hay razón por la cual el atrevimiento no sea igual a las consecuencias de su riesgo.